Ensayo acerca de la
lectura de la “Carta de la Tierra”
Título:
Comunidad
global:
Liderando
el Ser.
Fernando
Daniel Peiró
Maestría de Administración de Proyectos
UCI / Universidad
para la Cooperación Internacional. Entornos Virtuales de Aprendizaje (EVA)
Junio
2012
Desde hace ya un poco más de una década, la “Carta de la Tierra”
invita a todo ser humano a despertar a la consciencia ecológica, declarando los cimientos, principios y propuestas para el
desarrollo de un mundo más coherente y en paz.
Se trata de convertirnos en gestores de cambio, siendo parte de una comunidad global,
que permanezca despierta al compromiso
con la humanidad, aportando con nuestras acciones
en el
día a día, un poderoso ladrillo para la construcción de un medioambiente saludable, donde el sendero
de la prosperidad y la paz sea palpable
para todos, en igualdad.
He expresado alguna
vez, que “Separado” se escribe todo
junto y que
“Todo Junto” se escribe separado, como una manera jocosa
de describir a este mundo
tergiversado en que vivimos,
que está dado vueltas al revés,
en una crisis
existencial.
Se hace evidente
en estos tiempos
la enraizada corrupción, la falta de sensibilidad humana, de justicia y de desigualdad, en la cual es imperioso ir al rescate
de los valores superiores y de
la calidad humana, con el fin de restituir el amor a la naturaleza y el reconocimiento que somos parte
de ella.
Comprender que la Tierra es nuestra casa,
nuestro único hogar
y, como tal, debemos abrir
los ojos de una vez y darnos cuenta que el cambio comienza por uno mismo, por cada uno de nosotros. Tener claridad
que el desarrollo es el reflejo
del orden y que este orden, trae sabiduría.
Estamos absorbidos en la creencia
de un mundo dividido, pensando
que las divisiones nos convierte en vencedores. Miramos a nuestros
hermanos separados
de nosotros, sin percatar que
somos parte de una totalidad,
de un sistema holístico universal
que nos invita a observar
sin miopía, perspectivas diferentes, como si fuera
la mirada de un astronauta que percibe la unidad, la totalidad.
Que todo está
perfectamente interconectado.
Para muchos, parece utópico este deseo vehemente por hacer realidad los preceptos
del amor por la Madre Tierra, con el firme
propósito de recuperarla de la necedad humana; aunque para realizar un cambio evolutivo, es necesario poner cimientos de Liderazgo, con una
fuerte mirada hacia
el “Ser”, hacia
la esencia más
pura del hombre.
Ninguna
institución, ninguna comunidad, ninguna nación puede lograr la importante proeza
de un
renacimiento de consciencia, sino iniciamos por la columna primordial, que es el ser
humano en su individualidad. No es posible
ser agentes de cambios constructivos, si la transformación no comienza por
uno mismo.
“Darse
cuenta” es el paso fundamental. Es el primer escalón. Darse cuenta de que esperar a que los otros inicien el camino, para recién arrancar nosotros,
es parte de nuestra
absurda negligencia habitual. Darse
cuenta que la responsabilidad implica
acción, y compromiso. Darse cuenta que el planeta comienza
a integrarse cuando cada hombre vivo inicia su
despertar a la consciencia. Es como un océano, que no es tal, si le faltara una de sus gotas
saladas.
La tierra
es mía, la tierra es suya, la tierra es de nosotros.
Todos tenemos el derecho
de vivir en cada rincón de este planeta en paz, con libertad, con dignidad, con prosperidad, con rebosante salud y bienestar espiritual y en unidad.
Pues bien, si todos tenemos derechos,
seamos conscientes de nuestras obligaciones como hijos de la tierra. Estas obligaciones tienen intimidad con el hecho de conquistar la propia
voluntad y asesinar la indiferencia. Por eso, un planeta verde y celeste como la tierra,
necesita que aquel
líder - que
se encuentra dormido
o aletargado en nuestro
interior - despierte hoy.
El despertar de una humanidad nueva, de una “comunidad global”,
requiere de encender
las lámparas del desarrollo
intelectual,
del
resurgimiento
del
amor
incondicional
y
de
la
sensibilidad, para apreciar la belleza, la creatividad y ser compasivos.
Ésta es la manera de cumplir con
los preceptos del cuidado
de la vida, la integridad ecológica, la justicia
social y económica, la expansión
de la democracia y la paz.
¿Pero
como hacerlo? De una manera
sencilla. Pensemos primero
en el hoy, como una
semilla que producirá frutos jugosos
en el futuro. Pensemos en nuestros hijos y en un legado universal. Pensemos en prosperidad, observando las cosas que podemos dar, en vez de
mirar lo que no tenemos;
porque esto es escasez. Aportemos desde lo mejor de nosotros, regalando parte de nuestro tiempo,
esforzándonos.
Hagamos cosas simples,
que - sin pensarlo - reflejen la grandeza del hombre.
Hacer, implica
“acción”; y estas acciones
aparecen cuando
nos hacemos la pregunta:
¿Qué soy capaz de dar y hacer, para que esta porción de la humanidad
en la que puedo influir, sea un poco más
feliz que ayer?
Esta pregunta no es un acertijo. Es concretamente
una invitación
a ser parte de ese mundo
que no está afuera. El mundo somos
nosotros. La tierra
esta esperando nuestra respuesta.
Cosas simples... Levantar un papel del suelo.
Bajar el nivel
de consumo innecesario. Ayudar a otros
a ser más prósperos. Enseñar
a los demás a descubrir la belleza que brota en la naturaleza. Respirar profundo y honrar el oxígeno que llena sus pulmones
y nos da vida. Relacionarse con las personas
desde el amor más puro. Nunca
negociar la integridad. Valorar la vida.
Controlar la ira.
Perdonar. Somos
líderes en esencia.
Dr. Daniel
F. Peiró
(El Dr. Daniel Fernando Peiró es colaborador de la UCI y de la MAP desde hace varios años).
Bibliografía:
Internet:
Carta de la Tierra, Wikipedia. Obtenido el 12 de Junio
de 2012, de:
Carta de la
Tierra, Earth Charter in action., Obtenido el 12 de Junio de 2012, de www.earthcharterinaction.org
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